viernes, 25 de noviembre de 2011

Raíces

Familia.

Para definirla me vienen muchos adjetivos pero la palabra que más predomina en mi mente es raíces.

Raíces porque son el sustento principal de un árbol, lo que hace que crezca, que tenga un tronco robusto y ramas que no tengan fin.

Así veo a la familia, como las raíces de la persona, las más fuertes y poderosas y los valores y enseñanzas que en el seno familiar se enseñan, serian los minerales que hacen que se agarren bien a la tierra y le den fuerza para poder crecer.

La familia tiene un papel primordial en la educación de los niños y jóvenes pues es el seno espiritual donde se fomentan las creencias y costumbres.

“La familia es base de la sociedad y el lugar donde las personas aprenden por vez primera los valores que les guían durante toda su vida” (Juan Pablo II)

Y dentro de la familia, en especial los padres.

Son ellos los que tienen la labor más ardua y complicada de todas. La labor de educar. La labor de formar.

Difícil pero a la vez agradecida. Agradecida cuando se ve el resultado tan glorioso que se ha conseguido. Cuando se consigue observar el resultado, que es la gran persona a la que tanto tiempo se ha dedicado a enseñar, a educar, a decir que es lo correcto y lo que no, a poner límites, a marcar pautas de comportamiento y actuación.

En mi experiencia personal, soy la persona que soy gracias a mis padres y orgullosa puedo decir que el mejor regalo que he recibido es el modo en que me han educado.

Los niños son como esponjas, absorben todo lo que ven, todo lo que perciben en su día a día cotidiano.

“Los padres proporcionan unos valores que perduran para toda la vida. Un núcleo unido y lleno de amor es un lujo difícil de conseguir” (Daryl Hannah)

El pequeño mundo de la niñez con su entorno parental es un modelo del mundo. Cuanto más intensamente le forma el carácter la familia, el niño se adaptará mejor al mundo.

Cuanto más persistentes sean los padres en aquello que quieren enseñar, más grabado se le quedara al niño.

He aquí una metáfora de los niños-jóvenes con las casas.

Como toda buena casa construida, necesita una sólida cimentación. Si la casa por mucha mansión o palacio que sea, carece de unos buenos cimientos, se tambaleará para acabar cayendo finalmente.

Lo mismo ocurre con los niños. Si no adquieren una buena base, no podrán desarrollarse completamente y cojearán en las diversas y variadas situaciones que les plantee la vida.

Es entonces cuando deberán ir con muletas así que como dice el refrán “Más vale prevenir que curar”, más vale educar y enseñar en unos valores que conformen y hagan a los jóvenes unas personas de provecho que lamentarse después por las terribles consecuencias que pueden ocurrir.

En la sociedad actual, la “del todo vale”, la “del todo está permitido”, a los padres de ahora les cuesta marcar unos límites, les cuesta decir que es lo que está bien y lo que no, quieren llegar a ser los “colegas” de sus hijos, algo que es totalmente inconcebible pues amigos hay muchos, padres solo unos.

El futuro depende, en gran parte, de los padres, lleva consigo el porvenir mismo de la sociedad; su papel especialísimo es el de contribuir eficazmente a un futuro de paz.

También es cierto que actualmente se tiende a una sobreprotección de los hijos, no dejarles hacer nada no vaya a ser que les pase algo, que sufran, que se dañen.

Todo lo contrario a lo que sucedía hace unos pocos años en los que los niños debían aprender a caerse, para poder levantarse.

Es irónico, antes, una gran cuesta la bajaban tres montados en una bici sin frenos y ahora para aprender a patinar se les pone rodilleras, coderas, casco y porque no hay ningún instrumento de protección más.

Por supuesto que hay que cuidar y proteger a los hijos, pero dejarles también que aprendan, ellos solos. Porque habrá cosas que solo las puedan aprender por ellos mismos, sin nadie más. Acompañar, no agarrar ni apretar sin dejarles respirar.

Que acompañen, que vayan junto a ellos, a su lado. Los padres, los mentores, los maestros. Las personas que tienen que conformar unos lazos fuertes e indestructibles. Ellos.

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